Señora de las Alturas.
Todo este dolor. Toda esta oscuridad.
Te recuerdo tan radiante. Era tanta la luz que emitías. Estabas diseñada para volar. Hacías piruetas. Pasaba horas embobado viendo cómo te elevabas. Cuando nos conocimos te burlabas de mí, revoloteando a mi alrededor, decías que no era el tío elocuente que esperabas. Aquel espectáculo era digno de ver, algo nuevo para mí, y necesitaba tiempo para adaptarme a tanta luz. Estaba totalmente superado, completamente deslumbrado. No supe lo que era enamorarse hasta que apareciste. Me hiciste sentir tan afortunado. ¡Cuánto me inspiraste!
Tu marcha trae tormentas. Tu ausencia es desoladora para tantos. Los que fuimos testigos dichosos del espectáculo que eras.
No soporto hablar de ti en pasado.
Eres una parte tan importante de lo que soy.
Tu sitio siempre estuvo en las alturas, María.
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